viernes, 7 de mayo de 2010

Miedos infantiles


Mamá y papá están gritando, y a mí me da susto. Como cuando Pedro empuja mi sillita rápido, muy rápido, y yo creo que me voy a caer. Porque los papás y las mamás no se gritan. Y porque mamá así se parece a como se pone la abuela Rosa cuando Pedro hace algo muy malo. Y a mí la abuela Rosa me da susto.
—¿Y acaso la culpa es mía? ¡SERÁS CABRÓN!
—¡Mucho cuidado, Rocío! No me faltes al respeto.
—¡Ahí tienes la puerta, ya sabes lo que tienes que hacer si no te gusta lo que hago!
—Ya, eso es lo que a ti te gustaría, ¿verdad?
Y mamá entones se ríe. Y papá vuelve a gritar. Y yo no sé lo que dicen, pero sé que son cosas feas. Además, me pone triste que ellos se enfaden. ¿Pueden los papás enfadarse tanto hasta desaparecer? No quiero que papá desaparezca.
—¿Qué haces aquí, enana? Vamos…
Es Pedro. Me coge la manita y me lleva a su cuarto. Pedro nunca me deja jugar en su cuarto.
—Te acostumbrarás a los gritos.
Y ahora tengo menos susto, porque Pedro está aquí. Y porque desde su cuarto no se escucha nada.


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Escena escrita para Travesía Literaria en la que hay que contar en menos de 200 palabras lo que la niña de la foto está mirando, poniéndonos en su lugar y viendo las cosas tal y como ella las vería.

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